El Danegeld era un impuesto implantado en la Inglaterra anglosajona. En un principio, se utilizó como estrategia financiera para evitar las invasiones danesas mediante el pago a los posibles atacantes. El término propiamente dicho comenzó a registrarse tras la conquista normanda, sustituyendo al término inglés antiguo gafol, que significa «tributo» o «mazo».
Este método de pago se convirtió en una práctica común durante el reinado de Ethelred II, entre 978 y 1016, y se diferenciaba notablemente del heregeld, otro impuesto utilizado para financiar a los mercenarios daneses. El danegeld continuó de forma intermitente hasta 1016, destacando un periodo de la historia inglesa marcado por los frecuentes conflictos con los invasores vikingos.
El Danegeld no era un simple impuesto, sino una parte fundamental de la estrategia defensiva contra los vikingos. Ilustra los retos a los que se enfrentaron los primeros gobernantes ingleses, que optaron por utilizar la riqueza para asegurar la paz en lugar de dedicarse a la guerra continua. Este enfoque de la gestión de las invasiones tuvo profundas implicaciones en el panorama económico y político de la época.
Impacto histórico y aplicación del Danegeld
La danegeld sirvió inicialmente como solución práctica a un problema acuciante: las invasiones vikingas que amenazaban la estabilidad y seguridad de la Inglaterra anglosajona. Los vikingos, conocidos por sus feroces incursiones y sus eficaces estrategias de batalla, suponían una importante amenaza para los reinos ingleses.
Para gestionar esta amenaza, Ethelred II decidió que pagar a los invasores sería más ventajoso que soportar interminables incursiones y conflictos. Esta estrategia se documentó por primera vez en respuesta a los ataques vikingos que se intensificaron hacia 991.
La implantación de la Danegeld exigió una organización y unos recursos considerables. Se trataba de recaudar suficiente plata y otros objetos de valor para satisfacer las demandas de los daneses. El impuesto se recaudaba en todo el reino, afectando a todos los niveles de la sociedad.
Aunque era una carga, a menudo se consideraba un mal necesario para mantener la paz y proteger a la población de la destrucción. La recaudación periódica de este impuesto subrayaba su importancia en la estrategia del gobierno y el carácter recurrente de las amenazas vikingas.
Los reyes que utilizaron este impuesto, empezando por Ethelred II, ejercieron un poder significativo sobre su administración. Este sistema impositivo no sólo financiaba medidas de defensa, sino que también reforzaba la autoridad central al demostrar la capacidad del rey para movilizar recursos en todos sus dominios.
Tras la conquista normanda, la práctica de recaudar el Danegeld continuó bajo los reyes anglo-normandos y angevinos hasta 1162 aproximadamente. Esta continuidad indica el arraigo de este impuesto en el sistema fiscal inglés medieval. También pone de relieve la necesidad constante de fondos sustanciales para asegurar el reino, ya fuera frente a amenazas externas o para consolidar el control interno.